Conocí a un chico al que le gustaba dibujar. Él dibujaba cosas que nadie había visto. Él se inspiraba más por las noches, cuando era tarde. Solía dibujar en el baño, sin que le vieran. Él guardaba un secreto que nadie conocía. Él no se lo dijo a nadie y su galería creció. Sus dibujos eran diferentes, no utilizaba papel ni lápiz, pero necesitaba una venda cada dos por tres. Nos paramos en el río debajo de las estrellas. Él se levantó las mangas y me enseñó sus cicatrices. Él se sintió avergonzado y miró hacía abajo, mirando sus zapatillas. Luego, yo me levanté las mangas y le susurre, "Yo también dibujo."
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